Cada vez que aparece un tambor artesanal importante que requiere restauración para darle una nueva vida, pero preservando su legado e historia, es posible que una de las primeras personas en la que sea piense sea Ángel Roldán en Nueva York. Y es que en los últimos 10 años Ángel ha desarrollado una práctica sin comparable en términos del conocimiento sobre la construcción del instrumento y las técnicas de restauración.
Ángel Nació en Brooklyn en abril de 1969. Como miles de puertorriqueños en los Estados Unidos, es un hijo de una viequense y un padre de Juncos que tuvieron que migrar a principios de la década de 1960 en búsqueda de nuevas oportunidades. La juventud de Ángel fue compleja, y como el mismo plantea, “fue producto de su medioambiente”, algo que es fácil entender si se piensa en el difícil escenario social que tenía la ciudad de Nueva York en la década de 1980 y que tuvo un gran impacto en los jóvenes de la época. Finalmente, en 1994 Ángel regresa a la universidad donde se convierte en tecnólogo de Rayos X en 1998, profesión que mantiene hasta el día de hoy.
Ya en la década de 1990 había comenzado su interés por la música, influenciado por la escena salsera que siempre ha estado presente en la ciudad. Recuerda claramente la escena de las rumbas en los parques y finalmente se convence de comprar unas tumbadoras en la plataforma de subastas Ebay. Un poco más adelante, se mudó a unos apartamentos donde su vecino tocaba tumbadoras y comenzó a enseñarle cerca del año 2008. Como dato curioso, Ángel vivió mucho tiempo cerca de calle Havermeyer en Brooklyn, donde en el número 94 vivió y tuvo su taller el gran artesano Natalio “Junior” Tirado.
En el año 2013 Ángel leyó un artículo en el blog del percusionista y educador Michael Pluznick donde hablaba sobre las mejores tumbadoras artesanales, y donde se mencionaban nombres como Matthew Smith, Junior Tirado y Jay Bereck, entre otros. Ahí comenzó el interés por el arte de la fabricación de tambores. Compró unas Gon Bops para restaurar en 2014 y ahí comenzó todo, desarrollando una práctica autodidacta que hoy representa el más alto estándar en esa disciplina.
A partir de ese momento, Roldán ha restaurado instrumentos de los más importantes artesanos de las últimas ocho décadas, incluyendo múltiples trabajos de Gonzalo Vergara, Cándido Requena, Ismael Ramos, Junior Tirado, Cristóbal Colón, Jay Bereck y la mayoría de las marcas como Sonoc, Gon Bops, Valje y muchas otras. El trabajo de Ángel se caracteriza por la sensibilidad con la tradición y la intención original del artesano. Reconoce el valor de su uso a través del tiempo y las señales que el instrumento preserva. Y dentro de esto, logra que su valor funcional perdure por muchas más décadas.
Como es de esperarse, ese trabajo con las obras de los mejores artesanos de instrumentos de percusión le permitió conocer muy bien cada detalle sobre las mejores prácticas de su construcción, incluyendo el diseño, uso de la madera o el herraje, pero también entender su impacto en el sonido del instrumento. A partir de ese aprendizaje acumulado, Ángel se sintió listo para hacer una aportación a la artesanía de tambores que refleje todo ese conocimiento y experiencia, lo que dio nacimiento a Vino Fino.
Esa marca artesanal, que verá luz en 2024, tiene a Ángel como diseñador principal y reúne proveedores en cada uno de los componentes del instrumento. Por ejemplo, Juancho Figueroa (JRF Percussion), artesano boricua del Bronx estará a cargo de montar los barriles a partir de madera de roble francés. Los herrajes estarán bajo la responsabilidad de Marcelo Malovini de S.C. Drum en Australia, mientras que los cueros serán responsabilidad de Par Gustafson de Takt Percussion en Suecia.
Ángel Roldán está muy consciente del rol importante que han tenido los puertorriqueños en la artesanía de tambores, sobre todo en la fabricación de la tumbadora moderna. Por lo tanto, una de sus grandes motivaciones con Vino Fino es continuar con este legado desde una experiencia que podría ser única en el mundo de la fabricación de tambores.