Jorge Rodríguez Valentín nació en Cataño un 30 de noviembre de 1942, muy cerca de donde ubican las lanchas que llegan hasta el Viejo San Juan. Es el menor de cuatro hermanos y tiene un recuerdo muy claro de su niñez en el entorno de la playa, donde se hacían todas las actividades recreativas incluyendo el deporte. Al poco tiempo, en 1947, la familia se mudó al residencial Matienzo Cintrón que estaba recién inaugurado.

Su talento y compromiso por los oficios seguramente vienen de sus padres. Su madre fue costurera, siempre dedicada a la sastrería, mientras que su padre fue operador de equipo pesado en los muelles y la construcción. Luchando contra los aumentos de renta en el residencial, su padre logró adquirir dos casitas de madera que luego las convirtió a cemento. De esta forma, la familia vivía en una de ellas y la otra se alquilaba para generar un ingreso adicional y que al poco tiempo tuvo al propio Georgie como inquilino.

Georgie también recuerda el ambiente de la bomba en Cataño durante su niñez. Su papá lo llevaba a los bailes que hacía Dominguito Negrón en la calle Santa Marta. También recuerda los toques de plena y bomba en Buenos Aires, en el área cerca del caño San Fernando y en las despedidas o duelos que se hacían al son de bomba, incluyendo la del propio Dominguito, uno de los grandes músicos y gestores culturales en Puerto Rico.

Esta relación con la actividad musical de la ciudad, sumado a las destrezas de carpintería que fue desarrollando en los cursos de artes industrias industriales en la escuela, fue lo que lo llevó a experimentar con la fabricación de tambores. A finales de la década de 1950, recuerda cuando regresaba de la escuela en las tardes y pasaba por Ferretería García Lumber. Allí tenían unos barriles de roble o pino que utilizaban para almacenar los clavos. Georgie le pidió al dueño comprarlo una vez se vaciara. Cuando llegó el momento, y finalmente lo obtuvo, lo desarmó y reconstruyó como un tambor, mucho más parecido a un barril de bomba.

Ya para 1959 Georgie había fabricado varias tumbadoras y recuerda haber vendido algunas entre $100-$200, entre ellos a Ramón Guerra, quien fuera conguero de Joe Quijano. Ya para esa fecha había perfeccionado toda la técnica, desde el ensamblaje de la madera, la creación de los metales (algo que aprendió con su padre) y todo el proceso de trabajar con los cueros que conseguía en el Barrio Palmas, incluyendo untarles ceniza, pelarlos y ponerlos a secar en un marco de madera.

Todo este proceso se dio paralelo a su desarrollo laboral en la construcción. Ya en tercer año de escuela superior había decidido abandonar la escuela y casarse con su actual esposa, a quien conoció mientras cursaba 7mo grado y con quien procreó 4 hijos. Georgie trabajó en grandes proyectos de infraestructura en Puerto Rico, entre ellos la construcción del antiguo hotel Sheraton (que luego fue el hotel Dupont Plaza) y el estadio Hiram Bithorn.

Durante esos primeros años le hablaron de Sixto Carmona, un artesano que también fabricaba tambores en Cataño desde los años 1960 y a quien comenzó a visitar y a consultar. “Si no preguntas, no aprendes. Sixto siempre estuvo en la mejor disposición de ayudarme”, comenta Georgie.

Como muchos otros artesanos, Georgie comenzó a diseñar sus propias máquinas, entre ellas una sierra para trabajar la madera y el torno. También recuerda comprar las varillas de metal en Los Muchachos en Santurce para luego hacer la rosca y doblarla para crear los cáncamos.

Como materia prima, utilizaba madera roble. Sin embargo, antes de comenzar a conseguirlos en la empresa Bacardí, conseguía tablones de roble que se utilizaban para calzar los barcos en los muelles. También trabajó la caoba y fabricó panderos, bongós y tamboras, entre otros instrumentos de percusión.

Durante ese periodo de juventud también conoció a Natalio “Junior” Tirado, quien luego se convertiría en uno de los artesanos de tumbadoras más reconocidos a nivel global. Mantuvieron una relación por largo tiempo que incluyeron las visitas de Georgie a New York. A principios del 2000, compartieron nuevamente en Cataño, donde Junior expresó su interés en regresar a la Isla y comenzar un proyecto de fabricación de tambores juntos. Justo en ese viaje de regreso a New York, Junior tuvo un percance de salud que lo mantuvo en coma hasta su fallecimiento en el año 2004.

Ya para el año 1973, Georgie comenzó a trabajar con la Autoridad de Fuentes Fluviables (actualmente la AEE), donde estuvo por un largo periodo de 27 años hasta su retiro en el 2000. Destaca que siempre contó con el apoyo de su esposa para la artesanía de tambores, a quien describe como su principal ayudante. Entre los músicos que tuvieron sus instrumentos destaca a Gallego Maysonet, Eladio Pérez, Félix Ventura, Nene Blasini y Alfredito Rodríguez, entre otros. Georgie Rodríguez continúa viviendo en Cataño donde está próximo a retomar la fabricación de tambores.

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Por: Javier J. Hernández Acosta