Juan Fuentes Molina lleva años dedicándose a la profesión de la artesanía de percusión. Nacido en 1957 en Canóvanas, en aquel entonces parte de Loíza, este maestro artesano estuvo muy influenciado por el ambiente donde residía.

“El primer contacto con la música aquí en el sector fue con un pandero de plena que tenía el difunto don Titino Sánchez porque ellos los fines de semanas tenían un conjunto de pleneros”, contó Fuentes Molina quien para ese entonces gozaba de jugar junto a sus hermanos y amigos del barrio.

Ese pandero sería muy impresionante para el futuro artesano, quien reconoció el cuero de chivo en el instrumento tras verlos tendido alrededor de su barrio, que se dedicaba a la venta de ese producto en aquel entonces.

“Para los años 73 o 74 yo comencé a montarle los cueros a los panderos de los cantantes y los músicos del barrio. Se hacía solamente aquí para nosotros… pero eso me encantaba porque me sentía útil en ayudarlos a arreglar sus panderos”, exclamó Fuentes Molina quien comenzó sus trabajos de artesanía a través de la restauración y reparación de instrumentos.

No obstante, su obsesión y conocimiento continuaría creciendo a través de los años a medida que más músicos visitaban su barrio y traían con ellos distintos instrumentos. Recordó uno de esos encuentros que lo obsesionaron cuando vio a William “Willie” Navarro tocar las congas. Al igual que su trabajo con los panderos, fue esa curiosidad la que lo llevó a aprender a restaurar el instrumento a fin de poder tocarlo en un futuro.

“La primera vez que cambié un cuero de una conga me tomó el día completo, pero ahora solo me toma media hora”, afirmó el artesano.

Aunque trabajaba desde temprana edad en la restauración de instrumentos desde un pequeño taller en el rancho de su familia, Fuentes Molina continuó estudiando y aprendió a trabajar también arreglando bicicletas, pescando y hasta ayudando a su padre en el rancho.

En 1978, tras graduarse de escuela superior, Fuentes Molina ingresó al Puerto Rico Junior College en Cupey donde cursó estudios universitarios. Esta transición lo forzó a dejar a un lado su trabajo de restauración de instrumentos, aunque solo durante la semana porque durante los sábados y domingos regresaba a su taller para continuar su labor en los instrumentos musicales.

Mientras estudiaba adquirió un trabajo en la antigua New York Department Store en la avenida Ponce de León pero tuvo que abandonarlo luego de unos meses cuando la universidad trasladó a sus estudiantes a Río Piedras. Fuentes Molina luego se movió a la Universidad del Turabo donde concluyó sus estudios de bachillerato en Ciencias Sociales y pasó a trabajar para el gobierno de Puerto Rico en una agencia que consiguientemente se convertiría en la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA) donde laboró por varios años hasta jubilarse.

Fuentes Molina prefiere trabajar la madera del roble blanco para crear sus instrumentos, aunque también mencionó el cedro como su madera favorita. Sin embargo, más allá de continuar confeccionando instrumentos, Fuentes Molina se ha mantenido en el trabajo de restauración, mientras continúa educando en la creación de los instrumentos con estudiantes de distintos sectores y lugares del mundo.

“Al principio muchos no querían que yo enseñara”, alegó Fuentes Molina quien no obstante decidió dar paso a talleres de artesanía de instrumentos desde el 1999 junto a la organización Flor de Caillo de Zora Moreno. “Yo quiero que aprendan para yo pasar el batón… Si yo lo adquirí de otro es mi responsabilidad pasarlo”, reiteró.

Para esas futuras generaciones, Fuentes Molina los exhortó a experimentar con el género y a no dejarse intimidar por las tradiciones. “Que cada quien monte su trabuco y lo eche a correr”, exhortó el artesano dándole la bienvenida a la fusión de géneros musicales a fines de mantener géneros como la Bomba y la Plena vivos.

Escrito por Richard Colón Badilla