Hablar de la artesanía de tambores en Puerto Rico en el siglo 20 requiere pensar en la figura de Ismael Ramos Martínez como el principal responsable de esta evolución. Si bien la práctica de fabricar instrumentos de percusión ha estado presente por varios siglos, la realidad es que a partir de la década de 1950 esta práctica adquiere profesionalización y modernización. Y fue Ismael Ramos quien definió los estándares que aún hoy siguen vigentes. Por eso es importante celebrar su vida y compartir el orgullo de que sea un puertorriqueño.
“Papi nace en Trujillo Alto, pero se ubica en Santurce en la calle Las Flores #150. Eso es por la Baldorioty. Y siempre estuvo allí. En el segundo piso él tenía su taller de instrumentos musicales”, nos cuenta una de sus hijas, Gloria Esther Ramos Torres. Pero antes de llegar a Santurce. Ismael migró a la ciudad de Nueva York buscando mejores oportunidades como decenas de miles de puertorriqueños. Sin embargo, el resultado no fue el esperado y tuvo que regresar a Puerto Rico donde finalmente conoce a su compañera de vida, doña Evarista Torres Rivera, con quien tuvo sus 5 hijos. Luego de un tiempo trabajando en el Hotel San Juan decide comenzar a hacer artesanías que luego vendía en las tiendas de souvenirs. Hacía pulseras, pantallas y otros artículos, muchas veces a base de coco. Pero ya antes de haberse ido a Estados Unidos había fabricado su primer instrumento para su hermana Gloria. “Pero cuando papi era jovencito, la hermana de papi, Titi Gloria, pues necesitaba llevar a la escuela un instrumento musical y mi papá le hizo un bongó. Y ese bongó ella lo llevó a la escuela y tuvo mucho éxito. Y fue un trabajo bonito, limpio y trabajoso. A papi le encantaba trabajar con sus manos”.
Allí en Las Flores #150 tuvo su primer taller y Gloria recuerda la historia de la primera tumbadora que fabrica Ismael a finales de la década de 1950. “Su primer instrumento musical fue un quinto y lo vendió a las mismas tiendas de souvenirs. Un quintito pequeño. Y entonces era cojo. No le había dado la proporción abajo que necesitaba para que se sostuviera. Pero como lo iba a vender, lo vendió en $15. Y lo dejó pegadito a la pared. Y ahí el que lo compró en la tienda de souvenirs no se dio cuenta. Y eso siempre fue un chiste para él. Que su primer trabajo lo dejó pegado a la pared”.
Poco a poco Ismael fue perfeccionando su técnica hasta que el negocio siguió creciendo y deciden mudarse a Bayamón en 1970, donde ya habían comenzado una tienda de instrumentos en el sector Hermanas Dávila. Sin embargo, fue cerca de 1975-76 donde finalmente abren la tienda en Sierra Bayamón. “Papi viajaba a Estados Unidos. Eso fue en el 68. Y dejaba congas allá en Nueva York. Hay una tienda bien importante que no me acuerdo el nombre. Y papi dejaba su trabajo allí en Nueva York. A veces llevaba hasta 16 sets de congas”. También recuerda que en una ocasión vinieron de Holanda a ofrecerle que se fuera a montar una operación en ese país. “Papi no quiso. Él tenía que trasladarse y nos iban a llevar con él. Pero él no quería dejar su patria”.
Parte del éxito de Ismael estaba en su alto nivel de dedicación y entrega por el trabajo. Sobre su rutina, Gloria nos cuenta que “Papi se levantaba bien temprano. Y su taza de café, no era ni siquiera una taza. Era una lata. Tenía que llenarle esa lata de café. Y se sentaba. Vamos a bregar con el día. Y se subía al taller”. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la colaboración y apoyo de su esposa Evarista, quien era la responsable de la administración del negocio y de las ventas. “Papi era en el taller. Papi era fabricante. Y mami se dedicó al negocio”.
También la capacidad innovadora de Ismael se reflejó en muchos inventos como el aceite para los cáncamos, las pailas, las campanas, la tambora con afinación de herrajes y otros inventos que fue probando a lo largo de su carrera, Inclusive, llegó a hacer bajos, guitarras y cuatros, aunque que reconocía que no era su preferencia. Entre sus innovaciones, algunos recordarán las tumbadoras con diseños utilizando una técnica similar al pirograbado. “Por ahí van a ver trabajos de papi quemados con cuchillos en las congas. Había gente que quería que le pusiera un paisaje y Papi le hacía un paisaje, un flamboyán. Una casita con un flamboyán, que era lo preferido de él”.
Pero además de su talento también se destacó por su desprendimiento y cultura de servicio. “Y siempre llegaba el que le faltaba un cuero que se le rompió. Papi le prestaba una conga. Papi era bien humanitario. El que necesitaba un tornillo a las tantas de la noche. Papi no se molestaba. Y le decía ven, ven, pasa por acá. Y vamos a arreglar tu instrumento”.
Ya en la década de 1980 cambió un poco el ritmo de trabajo por el crecimiento en la distribución de las compañías multinacionales. Sin embargo, la demanda nunca se detuvo, aunque lamentablemente Ismael enfermó y su condición se fue deteriorando poco a poco. “Hubo un momento en que la demanda quizás se paró. Como le pasó a otros por el tema de las empresas grandes. Pues yo creo que la demanda nunca terminó. Nunca. A mami le escribía la gente y le llamaban, pero papi estaba enfermito. Y la producción no fue igual”.
Ismael fallece un 10 de diciembre de 1988, pero su legado ha seguido creciendo mientras nuevas generaciones van conociendo su historia y su aportación al patrimonio artesanal de Puerto Rico y el mundo. “Fue una cosa impresionante, que nosotros mismos no nos dimos cuenta de la importancia que tuvo dentro de la música. Que yo siempre he dicho: El trabajo de papi es una columna en la música de Puerto Rico. Él hizo muchas cosas para darle un mejor sonido a los instrumentos”. Para cerrar, Gloria reitera el inmenso orgullo que siente de ser la hija de Ismael y Evarista. “Estoy muy orgullosa de papi y de mami. Porque los dos… ellos se fusionaron. Ellos fueron una fuerza para echar para adelante a su familia, pero también su negocio”.
Por: Javier Hernández Acosta