No es casualidad que lo hayan bautizado como “El Tambor Mayor”. Su vida ha estado rodeada del folclor afropuertorriqueño desde que nació. Sin exagerar, podríamos decir que desde ese mismo día de su nacimiento. “Nací el 31 de diciembre de 1950. Ya tú sabes, un día de fiesta donde mami pues me parió y rápido viró… porque aquí estaba la fiesta allá abajo en la Parada 23 de la vía del tren”. Es el octavo de diez hermanos donde todos estuvieron involucrados con la bomba y la plena. Jesús recuerda muy bien a ese muchacho que llegaba hasta su casa y que luego salió cantando “El bombón de Elena” junto al Combo de Rafael Cortijo en 1954. Ese joven no era otro que “el Sonero Mayor” Ismael Rivera. Ese momento cambiaría el rumbo de nuestros géneros tradicionales y pondría una gran responsabilidad sobre la familia Cepeda, quienes lideraría la educación y difusión de la Bomba y de la Plena.
En muchas ocasiones se ha explicado el proceso de enseñanza/aprendizaje que estableció Don Rafael Cepeda y que llevaba a cada uno de sus hijo/as o estudiantes a través de una metodología incremental donde pasaban de instrumentos y responsabilidades según su nivel de dominio. “Eso era como un ejercicio… Rafaelito era el que tenía el primo, Modesto estaba en el buleador y Carlos estaba en el cuá. Yo estaba afuera, yo estaba en aquel tiempo nada más que mirando.” Don Rafa se sentaba a hablarles sobre distintas figuras de la bomba y sus canciones. Los instrumentos se hacían de una manera muy rústica. Por ejemplo, Don Rafa hacía sus propios barriles a partir de toneles de ron, mientras que los panderos se hacían con flejes, tola o latones.
“El viejo me habla que de España enviaban los quesos, que todo venía por barco. Entonces los quesos, pues venían en unas cajas redondas de media pulgada casi. Y entonces lo que hacían era que los cortaban en dos y hacían dos panderos. Entonces les metían clavoteado, les metían cuero con unas tachuelitas, estiraban el cuero y lo iban poniendo ahí. Y después, pues, ya tú sabes, le metían candela. Antes se echaba alcohol en el piso, tú le prendías un fogón y ahí, más o menos, cantabas y vamos”.
Más adelante surgió la oportunidad de hacerlos a partir de los Banjos que llegaban de Nueva York, pero también estaban los de aro de bicicleta hasta luego llegar a la madera. “El puertorriqueño es bien creativo, y más que eso, estaba empujando.” Todo ese ambiente de creación influyó en el desarrollo de Jesús Cepeda, quien cerca del año 1971 comenzó a tomar unos cursos que incluían el manejo del torno, técnicas que continuó desarrollando en su trabajo en Abarca y que finalmente aplicó a los barriles. Su padre ya venía mostrándole el proceso y Jesús incorporó sus ideas a la fabricación de barriles. Por ejemplo, destaca cómo fue creando innovación al añadir más cuñas para facilitar la afinación. De un promedio de 5 o 6 cuñas, similar a los cáncamos en las tumbadoras, Jesús lo llevó hasta 8 y 12 cuñas.
Durante esa época Jesús conoce a Ismael Ramos, artesano que tenía su taller en la calle Las Flores y que ya era bastante conocido por sus tumbadoras. Allí fueron a comprarle unos cueros de chivo para los barriles que costaban $5. A Don Rafa le gustó mucho el sonido y su resistencia, algo que también le impresionó por lo difícil que era manejar todo el proceso de trabajar los cueros. De ahí Don Rafa le pidió a Jesús que lo llevara a conocer a Ismael y le pidió que fabricara la caja de resonancia de un barril utilizando las medidas de sus barriles. A partir de ese momento comenzaron una colaboración que duró muchos años y cuya evidencia se mantiene con barriles que aún se utilizan en la Escuela de Bomba y Plena Rafael Cepeda Atiles y en el Museo de la Música en Ponce.
También a principios de la década de 1970 Jesús decide montar su primera orquesta. Una de las primeras oportunidades fue acompañar a Cheo Feliciano en una de sus presentaciones en Puerto Rico. Al poco tiempo salió la ópera Hommy de Larry Harlow y Jesús decide utilizar ese nombre para la orquesta: Jesús Cepeda y la Orquesta Hommy. Bajo esta orquesta se realizaron varias grabaciones y luego la agrupación evolucionó a Jesús Cepeda y el grupo ABC (Arte Boricua Cultural). Entre los músicos que estuvieron en estas grabaciones, Jesús destaca a Damaris Rodríguez, Peter Velázquez, Sammy Ayala, Tempo Alomar, Miguel Flores (arreglista), Paquito Joubert y muchos otros. La banda llegó a acompañar a músicos como Pete “El Conde” Rodríguez, Santitos Colón, Ismael Mirando, Cheo Feliciano y Rubén Blades, entre otros.
Para Jesús Cepeda, al igual que para su padre, la difusión de nuestros géneros afropuertorriqueños siempre ha sido una prioridad. Por esta razón, siempre tuvieron una visión de enseñar y transmitir conocimiento. “Porque yo siempre estuve claro y papi me decía, ‘Jesús, ahora con Ismael haciendo barriles y se logra… esto va a crecer, porque el barril, es que si no tienen el instrumento… Mira, ahora todo el mundo lo hace. Yo le enseñaba a un montón de gente aquí”.
Como consejo final Jesús regresa al principio de la conversación para reconocer la importancia de los grandes exponentes de nuestros géneros: “Cortijo fue el más completo. No hay nadie, ni habrá nadie que pueda lograr lo que hizo Rafael Cortijo en 8 años. Por eso es que murió joven.”